La pandemia no ha terminado. Nos cuesta entenderlo, porque el número de casos en buena parte de Europa se ha reducido a unos mínimos tolerables. Pero la semana pasada llegamos al récord de casos diarios desde el inicio, sobre todo porque América está viendo ahora el pico que nosotros sufrimos hace unos meses (y la India va detrás). Además, ellos tienen un problema importante: la incompetencia de algunos de sus líderes parece que no tiene límites. La gestión de la crisis en Europa fue desastrosa al principio, pero al menos, cuando se entendió que la única manera de parar los contagios era evitar el contacto, la curva se allanó rápidamente, excepto en los lugares donde decidieron ir por libre y optar por un confinamiento 'light' (en el Reino Unido, por ejemplo, todavía no nos hemos quitado de encima del todo la primera ola).
Así, pues, hemos de ser conscientes de que aún nos queda mucha pandemia por delante, porque, mientras el virus continúe campando libremente por algún rincón del globo, el peligro de rebrotes no habrá terminado. A estas alturas parece claro que no se irá solito: es bastante contagioso y está bastante extendido por el mundo para continuar siendo pandémico hasta que hagamos algo. Este 'algo' es la vacuna, que todo parece indicar que podría estar a punto incluso antes de las estimaciones más optimistas (se está hablando ahora de este otoño).
La que está más avanzada, la que desarrolla el grupo de Oxford, ha entrado en el último nivel de pruebas clínicas (la fase 3), y la farmacéutica que hay detrás tiene tanta confianza que ya ha comenzado a fabricar las primeras dosis por si todos los resultados salen positivos. Es una apuesta que les puede salir cara si aparece algún obstáculo de última hora, que no es imposible, pero que nos puede ahorrar unos meses preciosos si todo va bien. La parte de producción y administración de la vacuna será más larga que la del desarrollo científico, y lo más probable es que no consigamos la preciada inmunidad de grupo (al menos el 50%-60% de la población cubierta) hasta bien entrado el 2021, si tenemos suerte.
También es muy posible que más vacunas crucen la línea de meta (ahora mismo hay otra en fase 3, nueve en fase 2, nueve en fase 1 y más de 125 en estudios preliminares), y quizá a lo largo del año que viene irán llegando al mercado. Unas serán mejores que otras (más fáciles de producir, más efectivas ...), y la combinación de todas ellas es seguramente lo que nos permitirá inmunizar a más de medio planeta y condenar así al SARS-CoV-2 a la irrelevancia.
Este resultado final es prácticamente seguro, si tenemos en cuenta que el coronavirus muta muy poco y, por lo tanto, la protección que confieran las vacunas debería durar una buena temporada. Sería muy raro que ninguna de las más de 150 vacunas en juego funcionara, creo que podemos ser optimistas. Pero, si os fijáis, esta previsión implica más de un año de "nueva normalidad". Esto quiere decir que tendremos que continuar teniendo cuidado.
Comienza un verano que no será como los otros, más vale que lo tengamos presente. Como no lo será el resto del 2020 y al menos buena parte del 2021. Tal y como anunciábamos cuando comenzó la desescalada, en esta fase lo que debemos esperar son rebrotes que, si no se controlan lo suficientemente rápido, pueden requerir nuevas restricciones e, incluso, nuevos confinamientos en zonas concretas. Lo hemos visto ya en Asia, que sigue yendo por delante, y está empezando a pasar en Europa, pese a que las altas temperaturas de estos meses dificulten en parte la propagación del virus. El objetivo es evitar que estos rebrotes se descontrolen y acaben formando la segunda ola de la pandemia, tal como está ocurriendo en lugares como Irán. Nada nos garantiza que esta posible ola espere hasta el otoño, como pronostican algunos, sobre todo si nos relajamos demasiado durante las vacaciones. La capacidad de los gobiernos de hacer tests masivamente y de actuar con rapidez es lo que marcará la diferencia. Pero más aún lo hará la sensatez de los ciudadanos. El país que mejor entienda lo que nos estamos jugando ahora es el que sufrirá menos.
Sabemos que actualmente se han diagnosticado en todo el mundo más de nueve millones de casos de covid-19 (basándonos en estudios serológicos, lo que seguramente significa más de 90 millones de infectados reales), con una mortalidad declarada cercana al medio millón (que, según algunos cálculos, en realidad se aproximaría más al millón). No es una enfermedad trivial: más vale que nos la tomemos tan serio como podamos y nos esforcemos en reducir al máximo los contagios hasta que llegue la vacuna. Recordémoslo si queremos tener un buen verano.
[Publicado en El Periódico, 29/6/20. Versió en català.]