A pesar de que aún no se ha demostrado científicamente la eficacia y la seguridad de ningún tratamiento con células madre (y, de hecho, en Estados Unidos aún no se han aprobado los experimentos clínicos con ellas, como comentábamos), hay países donde médicos con pocos escrúpulos las ofrecen. Por ejemplo, en Bulgaria. El Viceministro de Salud búlgaro ha dimitido después de que el gobierno del país prohibiera seguir con un tratamiento de células madre para tratar problemas neurológicos que ya se había aplicado a 250 pacientes, a pesar de no poderse probar su utilidad. Esto iba, además, en contra las directivas de la Unión Europea.
Algo parecido pasó en agosto en Austria, donde se estaban realizando pruebas clínicas con células madre sin las aprobaciones debidas y sin informar adecuadamente a los pacientes.
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