Estos días estoy terminando de escribir un libro sobre el impacto ético y social de los nuevos avances biomédicos. Quizá por este motivo me ha llamado la atención que recientemente el Gobierno alemán haya decidido autorizar en ciertos casos el llamado diagnóstico genético preimplantacional, una técnica que permite analizar los genes de un embrión obtenido por fecundación in vitro antes de implantarlo en el útero de la madre. Eliminando los embriones que no cumplen los requisitos podemos elegirciertas características genéticas de los hijos. Esto se hace, sobre todo, para evitar que nazcan niños con algún trastorno hereditario que tienen los padres. ¿Por qué se oponían los alemanes (y todavía lo hacen Austria, Irlanda y Suiza), si el beneficio es tan obvio?
Todo depende de lo que consideremos que vale la pena seleccionar. En el caso de una patología determinada por los genes, no hay mucha discusión. ¿Qué pasará cuando seamos capaces de predecir la predisposición a sufrir otras enfermedades, por ejemplo el cáncer? Parecería lógico rechazar los embriones con más posibilidades de enfermar. Pero cuando pasamos de hablar de certidumbres a probabilidades es como si declaráramos a una persona culpable de un crimen que aún no ha cometido. ¿Es justo descartar una combinación de genes solo porque podría ser que no fuera muy favorable?Todo esto recuerda peligrosamente a aquella corriente filosófica y científica conocida como eugenesia, que fue muy popular en la primera mitad del siglo XX. Su objetivo era perfeccionar la raza humana asegurándose de que solo los mejores genes pasaban a la próxima generación. Sobre el papel puede parecer una idea loable, pero su aplicación práctica choca con escollos importantes. Lo que pronto podremos hacer con la ayuda de la genética, en aquellos tiempos solo era factible planificando quién se apareaba con quién, es decir, prohibiendo la reproducción de ciertos individuos en nombre del bien común. Este pisoteo flagrante de los derechos humanos se magnificaba cuando se decidía qué genes valía la pena preservar. Un grupo político tuvo muy claro que la elección debía estar basada en un ideal concreto, que pasaba por tener una cierta altura, color de piel y pelo, raza y sexualidad. Con eso se justificó uno de los mayores genocidios que ha vivido Europa y desde entonces la eugenesia ha quedado relegada al arsenal de los exaltados. ¿Estamos a punto de volver a caer en la misma trampa?
A medida que vamos descubriendo la función de más genes iremos encontrando información sobre la mayoría de nuestras características físicas y mentales. Si una pareja puede elegir entre un embrión con una inteligencia normal y uno que posiblemente superará la media, ¿qué escogerá? ¿Y entre uno que será guapo y uno feo? No es una decisión tan fácil como parece. ¿Puedes garantizar que tu hijo será más feliz o tendrá más éxito en la vida si su cociente intelectual es más elevado o si es más bien parecido? Unos padres bienintencionados podrían incluso decidir quedarse con el embrión que tiene genéticamente definida una orientación sexual aceptada por la mayoría para ahorrarle problemas de discriminación. ¿Cuántas cosas nos dejaremos perder si cedemos al afán de homogeneizarnos según los criterios de excelencia prevalentes en nuestra cultura?
Dado que estos análisis genéticos solo están disponibles en los casos de reproducción asistida, cualquier selección será necesariamente minoritaria. Pero ¿qué nos impide extenderla a todos los embarazos? La razón más clara es que es distinto deshacerse de un embrión que aún no ha sido implantado que inducir un aborto después de varios meses de gestación (por motivos técnicos, en los casos naturales solamente se puede analizar el genoma de un embrión en fases más avanzadas). Pero esto no es un problema insalvable. De hecho, los estudios que se hacen actualmente de forma rutinaria para determinar trastornos cromosómicos importantes (como, por ejemplo, la trisomía 21, que causa el síndrome de Down) ya terminan a veces con la interrupción del embarazo, y cada vez las pruebas se amplían a más enfermedades. A medida que avancen nuestros conocimientos genéticos será más fácil predecir cómo serán los hijos antes de que nazcan, y quienes quieran podrán decidir no seguir adelante si las perspectivas no les gustan. ¿Es este el futuro hacia el que nos encaminamos?
Que precisamente los alemanes estén abriéndose poco a poco a la posibilidad de elegir embriones, teniendo en cuenta sus antecedentes históricos en el tema de la eugenesia, no deja de ser un hecho significativo. Quizá marca hacia dónde irán las tendencias a medida que avance este siglo. Tras lograr saltarnos las normas milenarias de la selección natural favoreciendo la supervivencia de los que no son precisamente los más aptos, pronto estaremos en condiciones de escribir nuestras propias directrices evolutivas y decidir gen por gen cómo serán los humanos del futuro. Tanta responsabilidad da un poco de miedo.
5 comentarios:
Por otro lado, es esta misma selección la que puede ayudar a equilibrar las cosas. Estoy consciente de que el comentario que sigue no es políticamente correcto, sin embargo algo de verdad hay en él.
Los avances médicos recientes han hecho posible tratar ciertas enfermedades, desde curar las más sencillas hasta poder vencer el cáncer por algunos meses o años. Estos avances han permitido que personas que hace algunos años hubiesen muerto a una temprana edad hoy en día disfruten de algunos meses o años más de vida. En muchos casos, estos años extras permiten que dichas personas puedan tener descendencia, y considerando que muchas de las enfermedades que antes hubiesen matado a estas personas son hereditarias, lo que estamos logrando es permitir transfieran sus genes a una nueva generación. Este hecho se reflejará en una mayor cantidad de personas enfermas precisamente con las enfermedades que hemos aprendido a combatir (y que son hereditarias). Visto de otro modo, al combatir las enfermedades hereditarias hacemos lo contrario a la selección, permitimos que los débiles tengan descendencia.
Este tema es algo que me ha dado mucho que pensar últimamente, puesto que en mi familia ha habido casos que caen dentro de este patrón. Creo que la solución final será cuando sea posible seleccionar nuestros genes sin esas determinadas enfermedades (o remover dichos genes). Sin embargo, tal y como tú lo dices, la situación cambia cuando empezamos a seleccionar genes que no están relacionados con cierto padecimiento y si lo están con determinadas características como la inteligencia, la altura, el color de ojos, etc.
No lo veo factible ni desde el punto de vista ético ni practico. No solo la genética influye en el desarrollo de enfermedades, también el entorno por lo que no podemos asegurar que alguien que tenga o no predisposición genética para desarrollar una enfermedad termine haciéndolo y correríamos el riesgo de eliminar a un individuo que tal vez pueda ser un aporte extraordinario para la humanidad. E incluso la interrelación con las demás personas hace que cualquiera pueda tener un potencial infinito. Meditare más sobre ello.
Aprovecho para felicitarte por tu libro “Inmortales y Perfectos” que estoy a punto de terminar, me ha encantado y tengo intención de releer otra vez porque me ha enganchado tanto la temática como la forma de transmitir algo tan complejo de forma tan sencilla.
Saludos.
Oscillator, lo que dices es cierto. Yo mismo, miope hasta el punto de depender de las gafas, soy un ejemplo de haber "vencido" a la selección natural con ayudas que nos permiten superar nuestros genes menos favorables... cosa que a la vez hace que pasemos los genes a la siguiente generación. Cuando empecemos a seleccionar características genéticas vamos a tener que sentar algunas bases o la cosa se va a complicar mucho...
efe, este es exactamente el problema. Una predisposición no quiere decir mucho. Luchar contra certezas es diferente. Y estoy de acuerdo que uno de los peligros es eliminar combinaciones genéticas que, a pesar de no ser perfectas, puedem ser fantásticas en otros aspectos. Hay que pensarlo bien.Y gracias por leer Inmortales! Me alegro que te haya gustado.
Hola Salvador,
Lo he visto y he creído que igual te interesa aunque me imagino que ya estarás al tanto pero por si acaso te comento que Aubrey De Grey será uno de los ponentes en el II Congreso de Mentes Brillantes, El Ser Creativo, que se celebra en Madrid los días 19, 20 y 21 de octubre.
http://www.elsercreativo.com/web/index.html
Saludos.
Gracias, efe, no lo había visto. Realmente el congreso promete, los ponentes son de lujo...
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