Un artículo publicado por Andrew Wakefield el 1999 fue el principal responsable del pánico a las vacunas infantiles que se ha extendido por todo el mundo, tal y como explicábamos en Las grandes plagas modernas. Desde entonces se ha demostrado primero que sus datos eran incorrectos y después que simplemente los falsificó. Ha sido hallado culpable por el Consejo Genral Médico del Reino Unido de ser "deshonesto" y haber "abusado de su posición de confianza", y se está estudiando si se le puede acusar incluso de mala praxis.
A pesar de todas las pruebas en su contra, sus seguidores siguen creyendo en su inocencia. La última noticia de este caso es que ha dejado su puesto en la clínica que fundó para tratar enfermos de autismo, a pesar de que la misma clínica rechaza las conclusiones de los expertos en un comunicado. Eso sí: admiten que no hay ninguna prueba de que las vacunas causen autismo.
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