Y a continuación, una versión ampliada de mi opinión.
El potencial de la aspirina como tratamiento para prevenir el cáncer hace tiempo que se ha planteado. El presente trabajo, el primero que reúne un número de pacientes tan elevado estudiado durante un período largo de tiempo, parece apoyar esta teoría. Los resultados son muy prometedores pero aún es pronto para recomendar una aspirina al día a todo el mundo partir de cierta edad.
Por un lado, los efectos secundarios son importantes. Dependiendo de la susceptibilidad de cada uno, tomar aspirina de forma tan prolongada podría causar úlceras de estómago, reacciones alérgicas e incluso hemorragias en el cerebro. Además, hay estudios que sugieren que sólo ciertos individuos se beneficiarían de los efectos anticancerosos de la aspirina: podría ser que hasta un 80% de la población fuera resistente. Finalmente, aún no está nada claro cuál sería la dosis adecuada y por cuánto tiempo haría falta tomarla para que empezara a ser útil. Mientras que éste artículo sugiere que una dosis baja sería suficiente, hay otros que apuntan que tendría que ser mucho más alta para ser efectiva.
Por todos estos motivos, es posible que tomar aspirina para prevenir el cáncer sea inútil o hasta peligroso para muchos y sólo sirva en casos muy concretos. Hasta que no encontremos la manera de identificar estas personas y decidir las pautas de tratamiento adecuadas, lo más prudente es esperar a tener más datos. Hay ya unos cuantos estudios en marcha que tendrían que darnos más información sobre el tema. Estamos cada vez más cerca de los tratamientos personalizados, basados en estudios genéticos de cada paciente que puedan predecir la reacción individual a un fármaco. Sólo hay que tener un poco más de paciencia.