lunes, 15 de septiembre de 2014

La quimioterapia

La quimioterapia es una de las armas que tenemos para luchar contra el cáncer. La cirugía y la radioterapia son las otras dos. Gracias a los avances en estos tres campos, más las mejoras en el diagnóstico, la supervivencia de los enfermos de cáncer se ha doblado en los últimos 40 años.

La quimioterapia clásica se usa desde hace más de medio siglo y aún tiene mucha utilidad. Se trata de sustancias tóxicas con importantes efectos secundarios, pero permiten controlar e incluso eliminar los cánceres. Quizá el ejemplo más espectacular de los efectos de estos fármacos es el cáncer de testículo, que aunque se descubra en estadios avanzados, se puede eliminar prácticamente en todos los casos usando quimioterapia clásica como  Bleomicina, Etopósido y Cisplatino. El caso del ciclista Lance Armstrong, que tenía un cáncer testicular avanzado,  es la prueba más clara de que estas substancias químicas funcionan.

Otro ejemplo clásico es la Leucemia Limfocítica Crónica, el tipo de leucemia más frecuente en adultos. El tratamiento actual es quimioterapia (fludarabina, ciclofosfamida…), que permite tener la enfermedad controlada durante años. Y otro, muy espectacular, es el vemurafenib, un fármaco d enueva generación, que prácticamente elimina el melanoma, por lo menos durante un tiempo (http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa1002011)

Además, la nueva generación de fármacos contra el cáncer se basa en atacar problemas genéticos específicos de cada cáncer. Los tratamientos hormonales, por ejemplo, han hecho que la supervivencia del cáncer de mama o de próstata supere el 75%. Otras terapias dirigidas han conseguido prácticamente curar algunos cánceres (por ejemplo el Glivec y ciertos tipos de leucemia) o mejorar mucho el pronóstico (como la herceptina y el cáncer de mama). Algunos ya no llaman quimioterapia a estos fármacos, para diferenciarlos de los clásicos.

Hay decenas de miles de artículos científicos que demuestran que la quimioterapia salva vidas y/o aumenta la calidad de vida de los pacientes de cáncer. Sin ir más lejos, en mi propio laboratorio publicamos el caso de un enfermo de leucemia que recibió un nuevo fármaco, el mismo vemurafenib que se usa en melanomas, cuando ya no respondía a ningún tratamiento, y se recuperó completamente (http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc1310849). O hablando de la leucemia crónica, este sería un artículo sobre un ensayo clínico que demuestra que un régimen de quimioterapia funciona: http://jco.ascopubs.org/content/23/18/4079. Como estos se publican docenas continuamente.

Los científicos y médicos estamos constantemente buscando fármacos más efectivos y con menos efectos secundarios. Los avances en este sentido han sido espectaculares en los últimos diez años, y todo indica que seguiremos reduciendo la mortalidad por cáncer. Es cierto que muchos de estos fármacos son carísimos, especialmente durante los primeros años (la quimioterapia clásica es mucho más asequible, por suerte). Las compañías farmacéuticas hacen fortunas con la quimioterapia con la excusa de recuperar la inversión que han tenido que hacer (que es también elevadísima).  Sea como sea, hay que conseguir que estos precios bajen para que los fármacos puedan llegar a todas las personas que se pueden beneficiar de ellos. En muchos casos, la quimioterapia sigue siendo el único tratamiento útil que puede recibir un paciente con cáncer. 

Se puede encontrar más información sobre los efectos de la quimioterapia en cada tipo de cáncer, dirigida a público no especialista, en webs como esta: http://www.cancerresearchuk.org/cancer-help/about-cancer/treatment/chemotherapy/. También explico el tema con más detalle en mi libro Que es el cáncer y por qué no hay que tenerle miedo (Now Books, 2013).

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