martes, 31 de diciembre de 2013

Seamos solidarios todo el año

[¡Último atículo del año! Espero que tengáis un buen 2014 y que sigáis pasando por el blog para vuestra dosis de ciencia...]

Uno de los inconvenientes de ser un médico que se pasa la mayor parte de la jornada encerrado en el laboratorio es que no tengo muchas oportunidades de interaccionar con pacientes. Aunque mis sujetos de estudio sean las células, no pierdo de vista que lo que buscamos es una manera de solucionar problemas de salud y mejorar la calidad de vida de las personas. Por suerte, la labor de divulgación permite que me salte de vez en cuando esta barrera invisible y entre en contacto con quienes un día se podrían beneficiar de la investigación que hacemos. Por eso trato de encontrar tiempo para contestar las preguntas que recibo por e-mail o redes sociales, y aclarar las dudas de los enfermos de cáncer y sus familiares que se dirigen a mí.

UNO DE LOS TEMAS recurrentes en estas consultas es si hay que marcharse al extranjero para poder recibir el mejor tratamiento posible. Algunos ejemplos recientes de personajes conocidos con cáncer que se han tratado en Estados Unidos han reavivado la sensación de que el secreto para sobrevivir a esta enfermedad es tener suficiente dinero para pagarse un hospital al otro lado del Atlántico. Hay que dejar claro que en la inmensa mayoría de casos no es así. Los fármacos realmente efectivos se aprueban casi a la vez en América y en Europa.

Además, en nuestros hospitales se aplican las mismas técnicas que en cualquier otro país desarrollado, porque los protocolos a seguir se discuten y aprueban en foros internacionales a partir de estadísticas recogidas en todo el mundo. Por lo tanto, podemos estar tranquilos: en general, la sanidad pública catalana no tiene nada que envidiar a los centros privados de la costa este americana en cuanto al conocimiento y los recursos de los que dispone para luchar contra el cáncer.

Hay alguna excepción. La clave para mejorar el pronóstico de un tumor maligno es conseguir extraerlo todo. Por eso es importante descubrir el cáncer lo antes posible: si no ha tenido tiempo de esparcirse, las posibilidades de poderlo sacar de una pieza son más elevadas y, de esta manera, sube el porcentaje de supervivencia. La cirugía, pues, juega un papel importante. El problema es que a veces el tipo de tumor y su localización dificultan mucho el trabajo y hay que tener la experiencia adecuada para poder limpiar completamente el tejido de células cancerosas. Es entonces cuando puede que la persona más indicada para llevar a cabo una intervención así de delicada trabaje en un hospital de fuera el país.

Este fue el caso de Richi, un niño de Palamós que tenía un tumor en el cerebro. Se le intervino en Barcelona pero no se consiguió sacarlo entero. Entonces sus padres recogieron donativos para llevarlo al hospital Dana-Farber de Boston, donde había neurocirujanos suficientemente preparados para terminar la tarea. La semana pasada me invitaron a un espacio de televisión donde coincidí con Ricard Garcia , el padre de Richi. Nos informó de que el chico está recuperándose favorablemente de la operación, y que ahora han decidido encontrar la manera de ayudar a otros que estén en una situación similar. Lo han hecho montando una fundación que recauda fondos tanto en Estados Unidos como en Catalunya, con el objetivo de invertir los recursos generados en cada territorio en mejorar el tratamiento y la investigación sobre el cáncer infantil, un área bastante olvidada por la financiación pública por el hecho de ser una enfermedad relativamente poco frecuente.

En nuestro país, el primer objetivo que tienen es crear dos becas para entrenar a un cirujano y a un neurooncólogo en Estados Unidos y que luego puedan volver para aplicar sus conocimientos en el Hospital Sant Joan de Déu.

LOS CATALANES somos en general solidarios, pero parece que nos acordamos de la investigación solo una vez al año, cuando llega la Maratón de TV-3. Esto hace que desaprovechemos muchas oportunidades de financiar proyectos importantes que, debido a los recortes actuales de los presupuestos o porque estadísticamente tienen menos impacto, no llegan tan lejos como podrían. Los británicos y los norteamericanos, en cambio, han puesto en marcha un sistema de donativos que no se detiene nunca. Son un ejemplo que debería imitarse. Para poder llegar a este punto es necesario no solo concienciarnos como sociedad, sino también disponer de organizaciones privadas que incentiven y canalicen estos donativos.

Tenemos ya varios ejemplos, como la Fundació Josep Carreras (www.fcarreras.org), que hace años que financia el estudio de la leucemia. Esperamos que la Fundación Richi (www.richifoundation.org) siga sus pasos. Pensamos en el buen trabajo que entidades así pueden hacer y ayudémoslos para ayudarnos. Podemos contribuir mucho a la lucha contra el cáncer: depende de todos nosotros que podamos dominar estas enfermedades en los próximos años.

El Periódico, Opinión, 5/10/13. Versió en català.

martes, 3 de diciembre de 2013

La conciencia en un plato de cultivo

Quizá uno de los avances más sorprendentes de la biomedicina de este siglo ha sido conseguir fabricar tejidos humanos en el laboratorio. Es el primer paso de lo que se ha denominado medicina regenerativa: producir las piezas de recambio que necesitaría un cuerpo enfermo para funcionar de nuevo. Gracias a la habilidad de las células madre de poderse convertir en cualquiera de los tipos de célula que hay en un organismo hemos podido generar fragmentos de hígado, de pulmón e incluso partes de un ojo, que se han comportado como sus homólogos una vez se han introducido en animales o, incluso, en los primeros voluntarios humanos. Sin ir más lejos, el grupo del doctor Juan Carlos Izpisúa, del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, anunciaba recientemente en la revista Nature Cell Biology que había creado por primera vez un tejido de riñón funcional usando células madre de embriones de ratones.

Todo esto nos está llevando hacia los trasplantes a la carta, que un día podrían solucionar problemas tan comunes como la diabetes o la insuficiencia renal. De momento solo se han probado versiones más sencillas, como por ejemplo los estudios que el doctor Paolo Macchiarini hace con tráqueas. Su técnica, desarrollada en el 2008 en el Hospital Clínic de Barcelona, empieza tomando una tráquea de un donante, que se limpia de células. La estructura resultante se llena con células madre del paciente, que terminan formando el tejido necesario para que la tráquea funcione sin rechazo una vez sustituya a la que está estropeada.

Pero las cosas se están complicando rápidamente. El grupo del doctor Juergen Knoblich publicaba hace poco un artículo en la revista Nature donde explicaba que, con la ayuda de una mezcla especial de sustancias químicas, había creado en un plato de cultivo lo que, a efectos prácticos, se podrían considerar minicerebros. En su laboratorio pusieron un puñado de células madre en una sustancia gelatinosa parecida a la que existe entre los tejidos en el cuerpo humano. Después le añadieron las condiciones adecuadas de temperatura, oxígeno y nutrientes y dejaron que las células se reprodujeran a su ritmo. Al cabo de unos días habían comenzado a formar espontáneamente unas pequeñas estructuras de tres o cuatro milímetros de diámetro que recordaban mucho el cerebro de un feto de nueve semanas. Efectivamente, cuando las miraron en el microscopio vieron que, aunque no se parecían del todo a ninguna construcción cerebral real, se organizaban en áreas neuronales diferentes que interaccionaban entre ellas, tal como lo haría un órgano vivo.

El cerebro es una parte de nuestro cuerpo que tiene una relevancia especial, precisamente porque lo que nos separa de los otros seres vivos es tener un córtex más desarrollado que nos permite una serie de funciones superiores únicas. La más relevante es posiblemente la habilidad de darnos cuenta de que existimos, que desde el principio nos ha llenado de incertidumbre necesaria para empujarnos a inventar almas, paraísos o reencarnaciones que justifiquen nuestra presencia en este planeta. Ahora, gracias a una sencilla combinación de células madre y productos químicos podemos formar partes de un cerebro en un plato de cultivo. ¿Quiere decir esto que un día seremos capaces de construir unidades artificiales conscientes de estar vivas? Las consecuencias éticas serían enormes. Ya fueron muy polémicos los trabajos de Craig Venter, que años atrás confeccionó un ser vivo prácticamente de cero, solo acoplando sus piezas básicas en el laboratorio. En aquel caso se trataba de una simple bacteria. ¿Qué pasaría si en el futuro pudiéramos crear vida con unas capacidades cerebrales más parecidas a las nuestras? ¿Será posible obtener un cerebro artificial a partir de un puñado de células, con todas las complejidades físicas y mentales que esto implica?

Hay que subrayar que la importancia de los trabajos del doctor Knoblich, de momento, radica sobre todo en haber proporcionado a la comunidad científica una manera de estudiar el cerebro humano que puede ser más precisa que las que se usan actualmente. Ningún animal tiene un cerebro tan complejo como el nuestro, y por eso es difícil extrapolar resultados. Además, experimentar con otros primates, los parientes más cercanos, genera casi tantos problemas morales como hacerlo con humanos. Disponer de fragmentos de cerebro para manipular en el laboratorio nos puede ayudar a entender mejor cómo se desarrollan, se relacionan y funcionan las neuronas y, a la vez, nos proporciona un modelo para estudiar su respuesta a tratamientos que podrían mejorar enfermedades cada vez más frecuentes, como el párkinson o el alzhéimer. Esto, por sí solo, ya es un avance considerable. Pero lo que nos espera a la vuelta de la esquina puede ser realmente rompedor.

El Periódico, Opinión, 5/10/13. Versió en català.

martes, 5 de noviembre de 2013

La importancia de dormir

He aquí un misterio biológico que lleva siglos acompañándonos: ¿por qué dormimos? La Evolución no hace las cosas a la ligera. Si los animales superiores tenemos la necesidad de desconectar un número importante de horas al día, tiene que haber una buena razón. Y debe ser muy poderosa, porque durante casi un tercio de nuestra existencia nos convertimos en víctimas vulnerables que pueden sucumbir a depredadores y competidores. No tiene mucha lógica, sobre todo si pensamos que la selección natural solo favorece las características que nos hacen reproductivamente más eficientes. Esta, claramente no es una de ellas. La única explicación posible es que los beneficios deben superar con creces los riesgos para nuestra supervivencia que puede generar esta indefensión recurrente a la que nos sometemos cada noche. Dormir, por tanto, debe tener una función primordial en nuestra existencia. ¿Pero cuál?

Aunque se ha dicho que podría tener relaciones con el sistema inmunitario o el metabolismo, hace tiempo que se sospecha que la principal implicación debe estar relacionada con el cerebro. Se han publicado muchos estudios que relacionan el rato que pasamos descansando con funciones cerebrales complejas como la memoria. No es solo un dicho de la sabiduría popular: está comprobado científicamente que el sueño ayuda a fijar los recuerdos, por ejemplo, y es por tanto una buena manera de asegurarnos que retenemos lo que hemos aprendido durante el día. Pero esto no es suficiente. Seguro que la Evolución nos hubiera preferido desmemoriados y que a cambio invirtiéramos el tiempo ahorrado en cosas útiles, como por ejemplo fabricar más descendientes.

Un artículo publicado hace unos días en la revista Science nos propone una posible solución: dormir sirve para lavar el cerebro. Literalmente. Los investigadores responsables del trabajo, de la Universidad de Rochester, en Nueva York, han visto que durante el sueño eliminamos todos los productos secundarios tóxicos que se acumulan durante la utilización normal de las neuronas. Han llegado a esta conclusión partiendo de unos datos que ellos mismos habían descubierto el verano pasado: la existencia de una red microscópica de tubos que recorría el cerebro de una punta a otra y transportaba líquido cefalorraquídeo (el que llena las cavidades del cerebro) cargado de residuos. Hasta entonces no se había visto nada parecido, aunque es una función de mantenimiento equivalente a la que hace el sistema linfático en el resto de órganos del cuerpo. El problema es que para que este sistema de recogida de suciedad cerebral funcione es precisa mucha energía, lo que hizo pensar a los científicos que impediría que estuviera en marcha a la vez que las funciones cerebrales conscientes. Intrigados, decidieron estudiar qué ocurría durante el sueño.

De esta manera obtuvieron estos nuevos resultados, usando ratones que dormían con la cabeza dentro de un microscopio, lo que permitía seguir los flujos dentro de sus cráneos de un líquido con una tinción especial que les había sido inyectado antes. De noche, este marcador se eliminaba rápidamente del cerebro, mientras que cuando estaban despiertos el proceso de drenaje prácticamente se detenía. En la fase de limpieza, el cerebro de los ratones era capaz de expulsar incluso dosis extra de la proteína ß-amiloide, la que sabemos que cuando se acumula puede formar las placas que dan lugar a la enfermedad de Alzheimer. Y aquí viene un dato interesante: las demencias normalmente se asocian a problemas en los patrones del sueño. ¿Podría ser que eso provocase una acumulación de residuos que participaran en el establecimiento de estas enfermedades? ¿Si no dormimos bien, tenemos más riesgo de sufrir algún trastorno cerebral? Y al revés: ¿dormir nos protege de ciertas patologías? ¿Nos entra sueño automáticamente cuando se acumulan más residuos en el cerebro, por ejemplo al final de la jornada?

Hace unos años leí en una revista científica importante un artículo que hablaba de un experimento hecho con ratones a los que se les impidió dormir durante una serie de días. Contra todo pronóstico, los animales se volvían más atentos y espabilados. Es el único estudio que he visto que va en contra del dogma (y la lógica) que da al sueño un papel imprescindible en el funcionamiento del cerebro de los vertebrados. Me pareció una teoría tan fantástica que incluso la hice servir de base para una novela, que ha acabado nominada este año en un premio de ciencia ficción. Los trabajos que hemos comentado hoy, como la mayoría, apuntan hacia otro lado. De hecho, son un paso adelante muy importante en nuestra comprensión biológica y molecular de este hecho tan intrigante que es el sueño, aunque posiblemente no sean la única explicación. Aunque dejan muchos interrogantes en el aire. El próximo que me gustaría que contestaran los neurobiólogos es: ¿por qué demonios soñamos?

El Periódico, Opinión, 5/10/13. Versió en català.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Microbios: de la infección a la obesidad

Hace unos meses hablaba en estas páginas de la obesidad y destacaba el hecho de que engordamos principalmente porque ingerimos más calorías de las que nuestro organismo necesita. Citaba también razones genéticas, culturales, psicológicas e incluso evolutivas que pueden contribuir de manera decisiva a desequilibrar la balanza. Inesperadamente, acaba de aparecer otra: los microbios. Unos resultados publicados recientemente en la revista Science apuntan hacia estos minúsculos compañeros de viaje como mediadores de una parte de los problemas de peso de la sociedad moderna.

Antes de entrar en materia debemos tener presente que las bacterias que causan infecciones son solo un 1%. La inmensa mayoría no representan un problema de salud, al contrario: con muchas de ellas mantenemos una sana relación de simbiosis, hasta el punto de que nos protegen de sus parientes malos o nos ayudan a digerir ciertos alimentos (la piel y el tubo digestivo son precisamente los dos órganos que más bacterias buenas contienen). Se sabe que por cada célula nuestra en el cuerpo hallamos cuatro suyas. Es decir, los humanos somos pequeños ecosistemas móviles habitados por millones y millones de microbios. No es extraño, pues, que participen en procesos tan importantes como el balance energético.

Los experimentos que mencionaba al principio, realizados por un grupo de biólogos de la Universidad de Washington, en Misuri, son de diseño simple pero de consecuencias importantes. Los investigadores comenzaron tomando muestras de las bacterias que viven en los intestinos de cuatro parejas de gemelos idénticos y en las que uno estaba obeso y el otro no. Esto demuestra, para empezar, que la genética no lo es todo: el hecho de que estos hermanos tuvieran exactamente el mismo ADN no impedía que hubiera divergencias importantes en su índice de masa corporal. El siguiente fue dar a comer estas bacterias a ratones que habían crecido en condiciones estériles. Después de un tiempo se observó que, a pesar de seguir la misma dieta, el ratón que había sido colonizado por las bacterias del hermano grueso engordaba, mientras que el otro mantenía un peso equilibrado. Eliminadas la genética y la dieta, la culpa de las diferencias solo podía ser de los microbios que tenían en los intestinos.

A continuación los investigadores repitieron el experimento, pero esta vez poniendo los ratones en la misma jaula desde el principio (la primera vez los habían mantenido separados). Curiosamente, el resultado fue que entonces ninguno de los dos engordaba. La explicación es que de esa manera los ratones intercambiaban microbios, cosa muy normal cuando comparten espacio porque suelen comerse los excrementos de sus compañeros. Las bacterias que venían del hermano delgado predominaban sobre las otras y ayudaban a mantener el peso equilibrado. Lo más sorprendente fue que si se cambiaba el régimen normal de los ratones por uno rico en grasas las diferencias volvían a aparecer a pesar de la cohabitación.

¿Qué conclusiones podemos sacar de estos datos? Primero, que las personas obesas han adquirido una flora intestinal particular, y eso parece que ayuda a perpetuar el desequilibrio corporal. La razón podría ser que los microbios les permiten extraer mejor los nutrientes de los alimentos y eso hace que les entren más calorías. Pero es un fenómeno en principio reversible, al menos en ratones: introducir las bacterias delgadas en los intestinos podría neutralizar estos efectos y quizá reducir la tendencia exagerada a engordar que tienen algunos individuos. Antes de cantar victoria debemos recordar que la dieta sigue teniendo la última palabra, ya que los experimentos nos demuestran que cambiar de bacterias no serviría de nada si no lo acompañáramos de una alimentación saludable. Pero por lo menos parece que la microbiología nos podría echar una mano en el proceso de adelgazar. Es posible que tratamientos de este tipo no tarden mucho en ofrecerse al público, incluso antes de que se hayan hecho las pruebas clínicas adecuadas, como suele ocurrir cuando el impacto social y económico de un tema es tan elevado.

La obesidad es un problema muy serio de los países desarrollados, y tiene un efecto mayúsculo en la salud pública. La historia y el sentido común nos dicen que cambiar los hábitos alimentarios de una población es más complejo (y menos satisfactorio) que encontrar una píldora que haga el trabajo sucio. Por eso estudios como el que hemos comentado pueden representar avances importantes si se saben aprovechar bien. Hay muchos científicos atacando el problema desde diferentes ángulos y seguro que encontrarán más de una solución. De momento, y hasta que no vengan las bacterias al rescate, la mejor estrategia sigue siendo comer de la forma más equilibrada posible y hacer ejercicio.

El Periódico, Opinión, 5/10/13. Versió en català.

lunes, 9 de septiembre de 2013

La velocidad del progreso

La investigación biomédica está dando tantas sorpresas últimamente que a veces nos cuesta asimilar todas las implicaciones que acompañan a los nuevos descubrimientos. Pongamos por caso la hamburguesa que hace pocas semanas unos científicos holandeses anunciaban que habían fabricado en su laboratorio. Mientras nos fijábamos en anécdotas como el gusto poco sabroso que decían que tenía o el elevado coste del proyecto, nos pasaba por alto que el experimento era la demostración de que, a partir de células madre, podemos generar con bastante fidelidad un tejido complejo como es el músculo. Podría ser muy útil en medicina regenerativa, por ejemplo para reparar corazones que han sufrido un infarto o rehacer extremidades dañadas en un accidente.
Aunque pueda parecer fantástico, no queda tanto para ver aplicaciones clínicas rutinarias de este tipo de técnicas. Y en un campo diferente, la carne artificial seguramente no terminará con el hambre en el mundo como repetían muchos medios, sobre todo porque hay formas más prácticas de hacerlo, pero sí podría hacer llegar proteínas de calidad a una población mundial en constante crecimiento utilizando una forma alternativa, mucho más sostenible que la ganadería, que tiene una huella ecológica considerablemente alta. Esto todavía queda lejos, pero ya hemos dado los primeros pasos en esta dirección y no parece que a largo plazo tenga que ser un objetivo inalcanzable.
La simplicidad de la idea básica que mueve estas líneas de investigación, el hecho de producir en un plato de cultivo tantas células como nos hagan falta del tipo que queramos, nos está llevando hacia direcciones inesperadas. Pocos hubieran imaginado hace 20 años que estaríamos discutiendo seriamente posibilidades más propias del terreno especulativo de la ciencia ficción. Estamos empezando a dejar de lado los problemas asociados con conseguir las preciadas células madre a cambio de destruir embriones, el principal caballo de batalla e impedimento moral hasta ahora, porque seguramente podremos evitarlo gracias a alternativas como las células inducidas que dieron el Nobel a Shinya Yamanaka el año pasado. Con esta nueva libertad, si llevamos la teoría a sus últimas consecuencias entraremos en un campo tan apasionante como éticamente espinoso.
Imaginemos que tomamos una célula de la piel de una persona y, usando las técnicas de Yamanaka u otras variantes que se han propuesto después, hacemos que se convierta en algo parecido una célula madre. Si sabemos la receta química adecuada, conseguiremos después que nos dé un puñado de células de hígado, de pulmón o de lo que sea. Todo esto ya es posible hoy en día. ¿Podríamos generar también otras más peculiares, como por ejemplo espermatozoides u óvulos, las células germinales que usamos para reproducirnos? Es un poco más complicado, pero desde finales del año pasado parece que no imposible. Los doctores Hayashi y Saitou, de la Universidad de Kioto, en Japón, lograron hacerlo en ratones: usando una célula de la piel produjeron óvulos que, una vez fecundados e implantados en una hembra, generaron animales normales. Es fácil ver que si algún día pudiéramos aplicar este procedimiento en los humanos satisfaríamos las necesidades de muchas mujeres con problemas de fertilidad.
Pero vayamos un poco más allá. Nadie nos dice que, siguiendo los mismos principios, no pudiéramos intentar superar las limitaciones biológicas de nuestros cuerpos y crear espermatozoides a partir de una célula de una mujer, u óvulos utilizando la de un hombre. Esto significaría que dos personas del mismo sexo podrían tener un hijo que fuera la combinación genética de los dos, lo que las técnicas de fecundación asistida no nos permitirán nunca. Es una posibilidad de momento teórica que pronto dejará de serlo. Ahora piensen en las úlceras que este posible paso adelante en la normalización de las relaciones homosexuales provocará en Rusia, Uganda y los otros setenta y tantos países donde todavía existen leyes que criminalizan a gais, lesbianas y transexuales.
Parecía que sería algo que en el siglo XXI deberíamos superar, pero lo cierto es que la ciencia aún avanza más rápido que la sociedad, como ocurría en la edad media. De acuerdo que hemos evolucionado mucho desde entonces, pero acabamos de decir que vivimos en un planeta donde es frecuente legislar en contra de una variante biológica tan incontrolable como el color de los ojos o la altura. Mientras intentamos solucionar esta incongruencia, los laboratorios de todo el mundo ya están a años luz de distancia. ¿Qué tipo de conflictos creará un decalaje como este? ¿Seremos suficientemente maduros para aceptar un progreso que se opone frontalmente a las convicciones más atávicas? Realmente nos esperan unas décadas muy interesantes. 

El Periódico, Opinión, 7/09/13. Versió en català.

martes, 16 de julio de 2013

¿Qué hacemos con la universidad?

Vivimos tiempos difíciles, de recortes inevitables y decisiones que a nadie le gusta tener que tomar. En este contexto, la educación superior es una víctima propiciatoria que, por desgracia, no se puede acoger al estatus de esencial que tienen áreas como la sanidad o la enseñanza básica (y que, a pesar de todo, tampoco las convierte en intocables). Si consideramos que las matrículas no cubren ni el 10% del coste real de un título, la triste realidad es que las universidades públicas acaban generando un gasto que un Estado empobrecido hoy en día no se puede permitir. Esto nos está llevando a un cambio de paradigma en toda Europa que puede tener consecuencias imprevisibles.

EN UN MUNDO ideal donde los presupuestos fueran inagotables, nadie discutiría que el acceso a la universidad fuera universal y gratuito. Pero esto es prácticamente imposible en la situación actual. Una salida fácil es disminuir las ayudas y dejar la universidad para quien se la pueda pagar. Esto nos acercaría al modelo de Estados Unidos, donde las posibilidades económicas determinan el acceso a las mejores instituciones. Pero el peligro de reconvertir las universidades en empresas, que es lo que acaba pasando cuando se reduce progresivamente la implicación estatal, es que los alumnos se transformen en consumidores. En Inglaterra, donde las universidades son concertadas, la reducción de la financiación pública se ha compensado permitiendo que las matrículas subieran de forma considerable. Y en algunos lugares ya se están encontrando con que los «clientes» ahora exigen un rendimiento proporcional a su inversión. Los títulos corren el peligro de dejar de ser testigos de un nivel avanzado de conocimiento para convertirse en unos servicios que se adquieren a cambio de una cuota, sin querer dedicar demasiado esfuerzo.

La política de puertas abiertas que nos lleva a presuponer que todo el mundo tiene el derecho a intentar graduarse, independientemente de sus habilidades, es sin duda más justa. Pero también tiene inconvenientes: la masificación acaba comportando una devaluación de las acreditaciones y un coste inmenso que el Estado no recuperará, un problema ejemplificado por los miles de licenciados que no harán ningún trabajo relacionado con lo que han estudiado. Quizá sería más productivo concentrar pocos medios y convertir la tarea del estudiante en una profesión como cualquier otra: que la practicaran los más diestros y que, idealmente, fuera remunerada, para que así se llevara a cabo sin tener que sufrir por cómo se alimenta o se logra cobijo.

Es por ello que el ministro Wert se equivoca intentando ahorrar con el dinero que se destina a las becas. Parece más lógico hacer lo contrario. En Inglaterra, por ejemplo, las universidades han aumentado considerablemente el número de las ayudas que dan. Esto, combinado con un sistema razonable de préstamos, ha hecho que la subida de matrículas no haya significado una bajada importante en el número de inscripciones.

Y es que la mejor manera de sacar un país de la miseria intelectual es asegurarse de que los recursos disponibles alcanzan a los que tienen más posibilidades de aprovecharlos. Elevar las matrículas puede ser un mal menor, siempre y cuando las becas se incrementen a la vez para asegurarnos de que las personas capacitadas no se ven privadas de desarrollar su potencial por una razón tan absurda como la económica. Estos son los cerebros que hay que proteger y financiar, no marginar.

Si no damos prioridad a la excelencia, las universidades corren el riesgo de convertirse en empresas dispensadoras de títulos para las élites económicas, un sistema que perpetuaría los abismos entre clases sociales, o bien en aparcamientos masivos para jóvenes que alargan el momento inevitable de entrar en un mercado laboral incierto a cambio de drenar los fondos del Estado. Para que los títulos universitarios recuperen su valor deben volver a ser certificados que indiquen que se han superado satisfactoriamente unos retos intelectuales, no que tus padres tienen suficiente dinero para pagar las facturas. Deben de ser una prueba de motivación, no de que no tenías nada mejor que hacer con tu vida durante aquellos tres o cuatro años.

LAS UNIVERSIDADES son una pieza clave del tejido social de un país y se deben cuidar. Son incubadoras de talento y uno de los principales generadores de conocimientos. Muchos nodos de investigación se organizan a su alrededor, y aportan buena parte de los contenidos científicos que tanto los estudiantes como la población general necesitan. Nos tienen que ayudar a seleccionar las mentes más capacitadas para llevar a cabo unas tareas esenciales para que una sociedad avance. Es una elección que debe hacerse con cuidado y sin malgastar recursos si queremos que un país pueda llegar tan lejos como le sea posible.

El Periódico, Opinión, 20/04/13. Versió en català.

martes, 18 de junio de 2013

La comuniación biológica

Los humanos no habríamos llegado tan lejos si no hubiéramos desarrollado una manera extremadamente efectiva de comunicarnos. Es sorprendente que hayamos creado una herramienta tan compleja como el lenguaje, pero quizá todavía es más espectacular que esto nos haya definido a nosotros y a nuestro mundo. Supongo que esta fascinación por el impacto que tienen las palabras en el desarrollo del ser humano me viene de haber descubierto a Wittgenstein y la filosofía del lenguaje durante la adolescencia, gracias al entusiasmo de uno de mis profesores. En este sentido, son muy interesantes las discusiones en torno a si el lenguaje es un concepto innato o cómo determina nuestra manera de pensar. Todavía nos quedan muchas dudas por resolver, pero lo que sí está claro es que los humanos somos los seres vivos que interactuamos de la manera más refinada y, quizá en parte debido a esto, los únicos capaces de entender realmente el entorno que nos rodea.

Pero las palabras no lo son todo. Los mensajes entre los seres vivos de este planeta toman formas muy diferentes y son esenciales para mantener el equilibrio biológico de los ecosistemas. Incluso las plantas los necesitan: hace tiempo que se sabe que utilizan sustancias químicas para favorecer el crecimiento de sus vecinas, defenderse de las plagas e incluso para atraer a los insectos que las polinizarán. Hace poco se publicaba un artículo en BMC Ecology que proponía que, además, puede que también usen unas minúsculas ondas de sonido para hablar entre ellas, y que eso las ayude a crecer. Es una de las primeras pruebas serias de la existencia de una comunicación de base acústica en el reino vegetal, más allá de los estudios sobre si la música clásica hace florecer los geranios.

También es curioso descubrir que nosotros podemos transmitir información muy compleja sin utilizar el lenguaje. Un estudio reciente de la revista Current Biology demostraba que existe un sofisticado sistema de intercambio no verbal entre una mujer y la criatura que lleva en brazos. Es un fenómeno que de momento se ha observado tanto en humanos como en ratones: cuando la madre pasea a su hijo que llora o está agitado, automáticamente se pone en marcha una respuesta bioquímica que incluye una ralentización del latido cardiaco del niño, seguido de una relajación general y, a la larga, la disminución del llanto. Este proceso necesita movimiento, porque solo coger o balancear a la criatura no es suficiente para desencadenarlo. El efecto calmante del paseo es un hecho que muchos padres han experimentado en primera persona, no es una novedad, pero esta es la primera vez que se estudian las consecuencias físicas con tanto detalle. Incluso han conseguido deducir que el responsable de estos cambios es, en gran parte, una activación del sistema parasimpático y que el cerebelo juega un papel importante

¿Por qué nuestros cuerpos son capaces de interpretar intuitivamente unos estímulos motores que les llegan de fuera y contestar con una enrevesada cadena de reacciones a nivel fisiológico? Parece que la selección natural podría haber empujado a desarrollar esta sinergia protectora, que funcionaría en los dos sentidos: por un lado, la madre tendría una forma rápida de tranquilizar a los hijos, y por el otro, el hecho de que estos se calmasen favorecería que pudieran ser trasladados más fácilmente cuando hubiera necesidad (sin atraer la atención de los depredadores, por ejemplo). Que sea un fenómeno común en especies tan separadas evolutivamente como los ratones y los humanos nos indica que, efectivamente, debe haber tenido un impacto importante en la supervivencia. Pero si pensamos un poco, también demuestra que un mecanismo biológico de defensa puede ser un comunicador mucho más poderoso que las palabras. ¿Se les ocurre una manera más bonita de definir conceptos tan intangibles como paternidad, seguridad, confianza o vínculo?

En la famosa séptima proposición del Tractatus, Wittgenstein dice que «lo que
no se puede hablar, más vale callar», lo que, por extensión, implica que el lenguaje de la voz refleja, define y limita el universo en que vivimos. Él mismo renegó de algunas de sus teorías iniciales cuando más tarde escribió las Investigaciones filosóficas, y quizá viendo que poco a poco vamos descubriendo que la comunicación entre individuos puede seguir caminos puramente biológicos, independiente de la rigidez que nos imponen las palabras, acabaría reconociendo las limitaciones del lenguaje para representar la complejidad de todas las interacciones entre los seres vivos y el entorno. Quizá incluso propondría que hay conceptos que, a pesar de ser propios de nuestro mundo, son prácticamente imposibles de transmitir solo con palabras.
El Periódico, Opinión, 20/04/13. Versió en català.

martes, 11 de junio de 2013

Desenamscarando el cáncer


El número 77 de la revista Mètode, publicada por la Universitat de Valencia, contiene una monografía dedicada al cáncer. Entre los artículos encontraréis uno mío, Desenmascarar el cáncer, que intenta explicar qué es el cáncer y qué estamos haciendo para pararlo (como un resumen de mi último libro en un par de páginas, vaya)

Podéis leer el artículo gratis aquí (en castellano), aquí (en catalán) i aquí (en inglés).

jueves, 6 de junio de 2013

Ya son cinco años



Hoy el blog celebra su primer lustro. 243 entradas, casi 60.000 páginas vistas y tres libros después, continúo haciendo divulgación. Y esto va para largo...

¡Gracias a todos los que tenéis la paciencia de leer y comentar mis posts! Espero continuar viéndoos por aquí.

martes, 21 de mayo de 2013

La decisión de Angelina

Esta semana se ha hablado mucho del artículo que Angelina Jolie escribió en el New York Times, donde anunciaba que se había hecho extirpar los dos senos para prevenir un posible cáncer y que en breve haría lo mismo con los ovarios. El texto original contaba claramente las razones, pero ciertos comentarios en internet y en las webs de los periódicos que han reproducido la noticia hacen pensar que no se ha entendido del todo la decisión, que algunos han visto como un acto de confianza absurda en los médicos o como la última excentricidad de un personaje con un historial polémico. No es nada de eso. Vale la pena aclarar la importancia de su gesto y de haberlo hecho público.

«Si mi mamá ha padecido un cáncer, ¿tengo mayores posibilidades de tener también uno?» Es una de las preguntas que más me han repetido estos días que presentaba mi último libro de divulgación, que precisamente trata de esta enfermedad.

La respuesta es clara: a pesar de que hay un grado de predisposición familiar escrito en el ADN, la mayoría de los casos están influidos por factores controlables, como el tabaco, el sol, la obesidad o la falta de ejercicio. Solo un 10% de los cánceres tienen un claro origen hereditario, por ejemplo los que aparecen porque uno de nuestros progenitores nos ha pasado una alteración en uno de los genes encargados de protegernos cuando las células no se comportan de forma adecuada.

Este es el caso de Jolie, que ha recibido de su madre la versión estropeada de un gen llamado BRCA1. Esto hace que la posibilidad que tiene de desarrollar un tumor maligno en el pecho sea altísima: mientras que normalmente rondaría el 12%, en las personas con este problema genético puede subir hasta el 90%. O sea, que en algunos casos es casi una certeza.

Hay que tener presente que este tipo de cáncer de mama representa solo un 5% del total, por lo tanto la mayoría de mujeres no deben sufrir. Las pocas que hayan heredado el gen defectuoso tienen dos opciones. Una es controlarse con mucho cuidado y, en cuanto se detecte un cáncer, atacarlo con todos los métodos disponibles, que hoy en día son muy efectivos. Pero, claro, haciendo esta vigilancia se sufre la constante presión de la incertidumbre y los efectos secundarios de los posibles tratamientos.

La alternativa es la prevención radical: eliminar los órganos que pueden causar problemas antes de que lo hagan. Aunque esta segunda parece más lógica, no es una elección fácil, sobre todo por el impacto emocional, físico y estético que tiene una operación de este tipo en una mujer aún joven. Por eso la decisión de Jolie, aunque no tenga que ser necesariamente la más adecuada para todas las que se encuentran en su situación, ha sido valiente y seguro que ha alentado a muchas que están pasando o han pasado por este trance.

Además, su artículo ha ayudado a dar a conocer una enfermedad hereditaria rara y peligrosa que, si se descubre a tiempo se puede controlar y prevenir con eficacia. Hay que aplaudirla también por este hecho.

Así pues, la Jolie no está incitando a las mujeres a extirparse los pechos porque sí, como entendían algunos. Ni siquiera a correr a mirarse el estado de su BRCA1. Esto es recomendable solo para las que tienen un historial de cáncer de mama en parientes cercanos, sobre todo si se acumulan en una de las ramas de la familia. En caso de duda, lo mejor es hablar con el médico o consultar una unidad de consejo genético. En algunos lugares esto puede ser un inconveniente, porque el test para detectar si el BRCA1 está estropeado lo tienen patentado Myriad genéticos y la Universidad de Utah, que no permiten que nadie más lo venda y lo cobran al precio que les conviene. Y, sin embargo, la técnica que se utiliza es tan simple que se puede desarrollar a cabo en cualquier laboratorio que tenga unas herramientas básicas de biología molecular.

El pasado sábado, Pere Puigdomènech escribía un interesante artículo en estas mismas páginas sobre la polémica de las patentes biológicas. Es cierto que parece absurdo reclamar la propiedad de un ser vivo o, como en este caso, de la lectura de una variante de un gen. Pero por otra parte, es justo que el descubrimiento que hace un científico esté igual de protegido que la máquina que diseña un ingeniero o la novela que publica un escritor, si no estaríamos desincentivando la búsqueda.

El problema aparece cuando ponemos en peligro la supervivencia de una persona porque se limita el acceso a una prueba que le puede salvar la vida. La patente de Myriad está constantemente en los tribunales por esta razón, y mientras que en Europa tenemos claro que el derecho a la salud está por encima de la propiedad intelectual e intentamos, de hecho, no hacer caso, en Estados Unidos la batalla legal todavía dura. Tal vez el artículo de Jolie también ayudará algo al respecto.

El Periódico, Opinión, 20/04/13. Versió en català. 

martes, 23 de abril de 2013

Una mirada dentro de la mente

Decir que el cerebro humano es una caja oscura llena de misterios insondables es un tópico que poco a
poco va dejando de ser cierto. Un ejemplo. Unos investigadores de la Universidad de Kioto publicaban en la revista Science hace unas semanas un método para analizar lo que nos pasa por la cabeza cuando dormimos. Con aparatos de resonancia magnética, herramientas que hace años que se utilizan en medicina, habían grabado un mapa de las regiones cerebrales que se encendían en un momento dado del sueño. Entonces habían despertado a los voluntarios y les habían preguntado qué habían soñado. Después de correlacionar los patrones de actividad neuronal con las imágenes que les describían, los científicos acertaban con un 60% de éxito los contenidos de sueños posteriores. No es todavía una «máquina de leer sueños», como proclamaron algunos titulares, pero sí una forma primitiva de deducir su contenido a partir de información obtenida con técnicas de imagen tradicionales.

Intentar descifrar qué hay dentro de la mente de alguien es una obsesión muy antigua. No solo científica: se han escrito miles de páginas de ficción (yo mismo soy responsable de algunas) especulando sobre qué pasaría si pudiéramos acceder a los pensamientos de los demás. Hasta hace poco eran conjeturas que requerían imaginación, pero esto está cambiando a marchas forzadas. De hecho, el artículo que hemos mencionado no es el primer estudio funcional de neuronas que de alguna manera se mete en el interior de nuestra mente. Hace unos dos años que, usando sistemas similares, se puede deducir qué concepto está recordando alguien, siempre y cuando esté sacado de una lista limitada de opciones que se le ha dado antes. En el campo de las sensaciones, en un estudio del último número del New England Journal of Medicine se determinaban los patrones cerebrales correspondientes a la respuesta a diferentes estímulos dolorosos, de relativamente leve a muy intenso, lo que permite predecir con un 93% de acierto si una persona experimenta dolor o no. Esto nos permitirá cuantificar el sufrimiento sin necesidad de comunicación.

Son avances interesantes que marcan el camino a explorar, y los límites no paran de ensancharse. El pasado octubre, unos investigadores belgas compararon las ondas que circulan por un cerebro despierto y uno dormido, y con ello pudieron medir la actividad neuronal de personas en diferentes grados de estado vegetativo. Se puede decir que definieron el patrón eléctrico que determina algo tan complejo como si estamos conscientes o no. Poco después se publicaba un estudio funcional del cerebro de 12 cantantes de rap mientras improvisaban rimas o bien leían unas escritas anteriormente. Así se descubrió qué zonas usamos en momentos que requieren más creatividad. Y hace unos días, otro artículo en Science enseñaba los cambios que provoca en el cerebro escuchar una pieza de música nueva, y cómo esto predice si la persona está dispuesta o no a gastarse dinero en comprar el MP3 en cuestión. ¿Qué podemos concluir de todos estos trabajos? Sobre todo, que pensamientos, sensaciones e ideas no son invisibles y que ya tenemos cámaras, quizá aún rudimentarias, para fotografiarlos.

A esto tenemos que añadir una nueva herramienta, que la semana pasada presentaban unos investigadores de la Universidad de Stanford en la revista Nature. Se llama Clarity y permite estudiar las redes de neuronas en su formato tridimensional original. Eliminando con este procedimiento las grasas que forman buena parte de la estructura del cerebro, ahora podemos ver mejor las neuronas y cómo se conectan entre ellas, lo que algunos han definido como el «cerebro transparente». Este método será de mucha utilidad para identificar las autopistas que proporcionan el sustrato físico para toda la actividad que podemos grabar con las técnicas descritas anteriormente. Las posibilidades son ilimitadas.

No nos queda más remedio que aceptar la (para algunos insostenible) tangibilidad del ser. Y es que todavía nos cuesta hacernos a la idea de que cualquier actividad de nuestro cuerpo, incluso las que pertenecen al misterioso reino de la mente, tiene unas raíces definidas en el mundo físico. Desde un punto de vista biológico, actos tan diferentes como mover un brazo o crear un poema tienen la misma base bioquímica aunque impliquen habilidades intelectuales en extremos opuestos del espectro y, en uno de los casos, únicas de nuestra especie. Por tanto, los procesos que definen el pensamiento deben ser tan medibles y cuantificables como cualquier otro. Los experimentos que hemos comentado hoy se pueden considerar como la prueba de que, dentro de un tiempo no muy lejano, tendremos la capacidad de mirar, y quizá manipular, qué hay dentro de nuestro cerebro. Tendremos que ver qué uso hacemos de un poder tan grande.

El Periódico, Opinión, 20/04/13. Versió en català. 

martes, 26 de marzo de 2013

El nuevo oscurantismo

Vivimos tiempos extraños. Nunca antes el hombre ha sabido tanto sobre sí mismo y el mundo que le rodea. Nunca antes la información ha sido tan asequible ni se ha transmitido tan rápidamente. Y, en cambio, estamos a punto de perder lo que hemos ganado y retroceder hasta una nueva época de dominio del oscurantismo más absurdo. La gravedad de la situación se resume en el comentario que un lector escéptico hizo días atrás a una noticia aparecida en la web de un diario: «Yo no creo en Dios, pero tampoco estoy seguro de creer en la ciencia», dijo. La frase es trágica, porque demuestra que la ciencia se empieza a considerar una especie de religión que requiere un acto de fe. Pero lo que enuncia, encaje o no con nuestros deseos, son simplemente conclusiones deducidas a partir de hechos demostrables. Evidentemente que los científicos se equivocan. Ocurre cuando las explicaciones están aún en fase de hipótesis y la interpretación de los resultados debe llenar los huecos que existen. Ahora bien, la validez de los resultados confirmados no depende de nuestra buena voluntad para aceptarlos. Y esto parece que se olvida.

La ciencia jugó un papel básico a la hora de escapar del agujero negro en el que habíamos caído durante la edad media. La generalización del conocimiento permitió reconducir un poder que estaba monopolizado por quienes decían tener la verdad absoluta. La ignorancia es un arma poderosa para oprimir, y la democratización del saber contribuyó de manera esencial a desestabilizar las estructuras absolutistas. El problema es que la creciente complejidad de la ciencia lo está convirtiendo en inasequible. Cuanto más sabemos, más nos alejamos los científicos de la sociedad y más recordamos a los alquimistas medievales que traficaban con magia y ocultismo, personas con un poder incomprensible y, por tanto, peligroso. Se nos ha acabado otorgando el papel de los místicos que reclaman una creencia ciega. Y así nos encontramos con que el péndulo se acerca hacia el otro extremo. La ciencia ya no nos permite ir contra el sistema: es parte del sistema. A menudo es percibida, qué ironía, como una herramienta de manipulación al servicio de las élites políticas y económicas. Por ejemplo, desconfiamos de los productos que nos venden las farmacéuticas porque les permiten ganar dinero a espuertas. Esto es suficiente para desestimar todo el trabajo que hay detrás y entregar nuestra confianza al primero que nos ofrece una alternativa que va contra el statu quo, del que ahora los científicos parece que son parte connivente. Así es como se han montado industrias billonarias en torno a productos que solo están avalados por la superstición.

Es curioso que esto no nos parezca tan mal. Que alguien se enriquezca embotellando el efecto placebo y vendiéndolo a precio de oro es tolerable siempre y cuando nos proporcione una explicación fácil de entender. No es necesario que esté apoyada por ningún tipo de lógica ni de datos sólidos: es más fácil suplir hechos por fantasía si esto hace que no sea tan críptica. Lo vemos como una manera de desafiar al poder establecido, y por lo tanto debe ser bueno. Pongan en cualquier debate un personaje que cuestione la versión oficial y verán como automáticamente atrae las simpatías de la audiencia, por muy absurdas y demagógicas que sean sus posiciones. Tendemos a fijarnos más en el aura que proyecta el individuo que en la calidad de sus argumentos. Dudar de lo que las autoridades nos presentan como cierto es una característica positiva de los seres humanos, pero hay que practicarla con sabiduría, vigilando que eso no haga que nos lancemos ciegamente en manos del primer iluminado que, honestamente o no, nos quiera hacer comulgar con ruedas de molino.

¿Cómo acabará todo? Mal, si no encontramos una solución. Ya hemos visto un aumento del número de muertes y sufrimientos innecesarios debido a la ignorancia y a escuchar a las personas equivocadas. Hace unos años fue la epidemia de sida en Sudáfrica, amplificada por un ministro de Salud que no creía en el VIH. Ahora los talibanes asesinan a trabajadores sanitarios para evitar que vacunen a los niños contra la polio en Pakistán. Tenemos ejemplos más cercanos, como el sorprendente rebrote de enfermedades infantiles en las zonas industrializadas por culpa de unos padres que rechazan las vacunas. Etcétera.

Hay que encontrar soluciones. Los científicos debemos bajar de los pedestales en los que creíamos que éramos permanentemente reverenciados y recuperar la confianza del público. Lo haremos mejorando la manera de comunicarnos. Pero la gente también debe tratar de no dejarse convencer por la propuesta que suene mejor y entender que la verdad no siempre tiene el aspecto más atractivo. Si nos esforzamos todos un poco, conseguiremos que nuestra especie mantenga la trayectoria ascendente que inició hace unos cuantos miles de años.


El Periódico, Opinión, 23/03/13. Versió en català.
 

jueves, 21 de marzo de 2013

Entrevista en esRadio

Ya podéis escuchar aquí la entrevista que me hizo Luis Herrero hace unos días para hablar de mi último libro y del cáncer en general.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Todas las preguntas del encuentro digital

Ayer participé en un chat para El economista sobre el tema del cáncer. Os cuelgo las preguntas y respuestas que tuve tiempo de contestar durante la hora que duró la sesión.

 

¿Es cierto que la actitud puede influir en el desarrollo de la enfermedad?

Puede influir en cómo nos enfrentamos a ella. Un cáncer irá progresando según su naturaleza y las alteraciones genéticas que vaya adquiriendo. Una actitud positiva nos ayuda a podernos enfrentar mejor a las terapias y sus efectos secundarios. Una actitud derrotista disminuye la eficacia de muchas terapias, empeora la calidad de vida y puede incluso influir en el desenlace de la enfermedad.

Hola Salvador, suena fuerte el título, a que no hay que temerlo de verdad, ¿se puede no tener miedo?

El título es un poco provocador, lo admito, pero la idea que quiere transmitir el libro es que el cáncer no es el final. Hay muchas cosas que podemos hacer para prevenirlo, controlarlo e incluso curarlo. Este lado más "positivo" a veces se olvida. Es importante que todos sepamos qué podemos hacer para reducir las probabilidades de tener uno y cuáles son los tratamientos disponibles hoy en día (y en un futuro próximo). Este libro es una de las fuentes de información que se pueden consultar.
 

Hola buenos días, ¿Cómo se puede explicar de forma fácil y sencilla qué es el cáncer? A veces es difícil explicárselo a la familia.

El cáncer es un grupo de células que se está multiplicando sin control. Si no lo evitamos, acaban invadiendo otras partes del cuerpo (las inmediatamente cercanas e incluso otras lejanas, lo que llamamos metástasis). En el libro intento aclarar un poco esta definición, siempre intentando ser lo más claro posible, porqué estoy de acuerdo que es un tema que no es fácil de explicar.
 

Hoy en día, ¿es mejor la radio o la quimio? Mil gracias y un saludo.

Las dos cosas son útiles. Se escoge una u otra en función del tipo de cáncer y de las características del paciente, pero las dos tienen como objetivo destruir el máximo número de células cancerosas. Las dos tienen también el mismo problema: suelen afectar también las células normales (y dar así efectos secundarios importantes).
#5

Una actitud positiva, ¿puede realmente ayudar a curar esta enfermedad?

No, un cáncer no se cura con una actitud positiva. Es mucho más complicado. Pero sí que es vedad que la actitud del enfermo contribuye mucho a cómo va a tolerar los tratamientos y a mejorar su calidad de vida. No hay que descuidar-la y es importante encontrar la manera de hacer que el enfermo la mantenga.
 

¿Cuál es la pregunta que más le han hecho sobre esta enfermedad? Un saludo Macip.

Suelen preguntarme qué es el cáncer. Es curioso pero el concepto es menos claro de lo que creemos, y es importante que todo el mundo lo entienda. También me preguntan si es más importante la herencia o el entorno (la mayoría de cáncer son causados por nuestro entorno más que por una predisposición inevitable) o si la dieta puede evitarlo (es un tema complicado, al cual dedico bastantes páginas en el libro).
 

¿Qué porcentaje de cánceres se puede curar?

Actualmente, la mitad. Pero esto puede ser engañoso. Los cánceres son muy diferentes entre ellos. Por ejemplo, el cáncer de testículo se cura en más del 90% de los casos. En cambio, el de páncreas tiene un pronóstico muy malo. El promedio da un 50%, pero lo que esto quiere decir es que hay algunos cánceres qué prácticamente se curan todos (estamos cerca del 80% en mama, por ejemplo) y otros que casi son incurables.

¿Cuál es el 'peor' cáncer? ¿El que tiene peor curación? ¿Y el 'mejor'?

El peor cáncer es el que tarda más en descubrirse, porque entonces ya está avanzado y es difícil de tratar. Por esto tienen muy mal pronóstico los de páncreas o pulmón, porque no dan señales hasta que es muy tarde. El mejor, obviamente, es el que se detecta pronto. El clásico ejemplo son los cánceres de piel, que se curan casi todos (menos el melanoma, que es más agresivo y tiene un porcentaje un poco más bajo). A parte de estos, el de testículo es muy sensible a la quimioterapia, es un caso único, por eso es de los "mejores". También hay algunas leucemias que evolucionan muy lentamente o son sensibles a nuevos tratamientos.
 

¿Por qué puedes enfermar de cáncer? ¿Hay algún grupo más propenso? Un saludo.

El cáncer es una consecuencia de estar vivos. Nuestras células acumulan daños que, al final, pueden llevarlas a comportarse como cancerosas. Las defensas que tenemos contra esto no son iguales para todos. Hay personas con genes "mejores", y otras que, en cambio, nacen con genes "defectuosos" (y entre estos dos extremos, todo un abanico de posibilidades). Aún no conocemos como se puede determinar exactamente una mayor predisposición al cáncer, pero es importante recordar que sí que sabemos muchas cosas que se pueden hacer para disminuir el riesgo a tener uno. En el libro citamos un decálogo básico, que incluye, como es lógico, no fumar y hacer una dieta sana.

¿Es el cáncer hereditario? Es decir, si mis abuelas y alguna de mis tías lo tienen, ¿qué probabilidades hay de que yo pueda enfermar?

Sólo hay unos pocos casos directamente hereditarios, en personas que reciben un gen en "malas condiciones" de sus padres. Son síndromes poco frecuentes. Para el resto, existe una cierta predisposición, basada en como son de efectivas nuestras defensas contra el cáncer. Es cierto que si una familia tiene muchos casos de cáncer podemos pensar que tienen más predisposición que otras. Pero no hay que olvidar que el entorno Juega un papel muy importante. Hay muchas opciones para disminuir estas probabilidades, y en el libro comentamos las más importantes.

¿Hay una edad más propensa para tener cáncer? ¿Y para curarte?

El cáncer es una enfermedad que aparece sobretodo en el último tercio de nuestras vidas. Los cánceres infantiles son excepciones, y poco numerosos comparados con los de adultos. En el 90% de los casos, el riesgo empieza sobre todo a partir de los 40, y es mucho más alto en los 60, 70, etc. Pero depende mucho de cómo nos hemos cuidado. La curación no depende tanto de la edad como de haber descubierto el cáncer a tiempo.

¿Es cierto que estar gordito puede ser un factor de riesgo cancerígeno?

El sobrepeso es uno de los factores que más incrementa el riesgo a tener un cáncer. Se dice que si todos nos mantuviéramos en nuestro "peso ideal", hiciéramos un poco de ejercicio y comiéramos sano (verduras y frutas, carne roja con moderación, poca comida procesada o comida "basura"…) se evitarían hasta un tercio de los cánceres.

¿Qué como y qué evito comer para evitar el cancer? gracias

En el libro repasamos todo lo que sabemos en estos momentos sobre dieta y cáncer, que es mucho. Pero para resumirlo en un par de frases: mantener un peso saludable, una dieta equilibrada (sin excesos, mucha fruta y verdura, carne con moderación, poco alcohol, sin alimentos "basura") y hacer un poco de ejercicio es una buena fórmula. En estos momentos aún no hay un producto que nos permita evitar el cáncer, así que no es recomendable atiborrarse de ciertas frutas, o de té verde o de todas estas cosas que se dicen.

Hola Salvador. He leído que has publicado un libro sobre las plagas actuales, ¿el cáncer entraría ahí? Porque cada día estamos rodeados de más casos...

Sin duda el cáncer es una "plaga" de salud en el sentido más tradicional de la palabra. Es cierto que el número de cánceres aumenta, pero sobre todo porqué vivimos más y da más tiempo a desarrollarlos. Es un problema de salud global que se está intentando atacar desde muchos ángulos. En mi libro "Las grandes plagas modernas" hablaba principalmente de epidemias causadas por microbios, pero hay algunas igual de importantes desde el punto de vista de salud global que no tienen un origen infeccioso y que hay que controlar.

¿Se puede tener esperanzas de vida con un sarcoma en húmero de agresividad alta ? Gracias por su trabajo y su respuesta. Pilar

Puede sonar a tópico, pero la esperanza es lo último que se tiene que perder. Tenemos muchos tratamientos para ayudar a soportar mejor la enfermedad y para alargar la vida del paciente tanto como sea posible. Cada caso es un mundo, y el pronóstico depende de muchas cosas. Por eso es importante confiar en su médico, pedirle explicaciones y hacerle todas las preguntas necesarias.

¿Qúe expectativas de curación tiene un enfermo detectado de cáncer de próstata por un PSA elevado, asintomático, confinado el tumor solamente a la próstata, sin ningún ganglio afectado y con un índice de Gleason de 7, tratado con radioterapia y bloqueo hormonal durante dos años?

Sin tener todos los datos clínicos en la mano, el pronóstico parece bastante favorable. Es muy importante que el tumor no haya dejado su localización original, esto es positivo. Además, estos tratamientos (radioterapia, terapia hormonal) suelen ser muy efectivos en muchos casos. Lo importante es seguir las indicaciones del médico y hacer una vigilancia continuada a partir de ahora.

¿Podremos dar por erradicado el cáncer como tal en menos de 10 años? Víctor Catalan.

No creo. Usamos el nombre de "cáncer" para describir más de 200 enfermedades distintas. Algunas de ellas sí que las habremos erradicado pronto (algunas leucemias, a lo mejor el cáncer de mama, seguramente el de cuello de útero…) pero otras va a ser mucho más difícil vencerlas. Iremos añadiendo cada vez más cánceres a la lista de "curables" y borrándolos de la de "incurables", esto segurísimo.

Hola, soy un paciente de cáncer, en concreto de Linfoma Folicular, afortunadamente en remisión. Lo que me pregunto es por qué los médicos, al menos quienes me han tocado a mí, y que tengo que estar eternamente agradecido no me saben decir las causas. Soy como un futbolista que le han enseñado una tarjeta amarilla y no sé por qué.

En el libro puede ser que encuentres algunas respuestas (¡y no lo digo para vender más ejemplares, sino porque es difícil de resumir aquí!). Básicamente, que tengamos un cáncer depende de muchos factores, algunos que controlamos y otros que no. Uno muy importante y fuera de nuestro alcance es la mala suerte. Otra es la posible predisposición que tenga cada uno. Hay muchos cánceres que no sabemos aún porqué aparecen (en otros, en cambio, la causa es clara). En el caso del linfoma folicular es difícil de señalar exactamente las causas.

Operado de cáncer, sometido a radioterapia, ¿puede desencadenar en 7 años un linfoma, o no tiene nada que ver con las terapias anteriores? Gracias. Es una posible razón que nos dieron a un linfoma que se presentó 7 años después de una operación y posterior tratamiento con radioterapia como efecto secundario.

Es cierto que la radioterapia o la quimioterapia en ciertos casos puede aumentar el riesgo a padecer otro cáncer. Pero no es necesariamente así siempre. Pueden jugar muchos factores, desde las metástasis del tumor principal, a la predisposición del paciente hasta la pura mala suerte. Es muy difícil poder determinar quién ha sido el "culpable" en cada caso. Pero es importante recordar que quimio y radioterapia son también dos armas muy efectivas para frenar y curar el cáncer, a pesar de que a veces puedan tener otros efectos.

Buenos días, últimamente estoy un poco abosesionado con aquellos alimentos alcalinizantes de la sangre y organismo. ¿Es cierto que cualquier tipo de cáncer encuentra muy complicado desarrollarse en medios alcalinos y al contrario en medios ácidos? ¿Hasta que punto podemos controlar esta situación con la alimentación en favor de la prevención del cáncer? Muchas gracias, buen día.

Las teorías relacionadas con el pH, la alcalinización y todo eso hace tiempo que están desacreditadas. Se basan en descubrimientos de principios del siglo XX que ya han sido superadas. Ahora sabemos que el metabolismo de los cánceres es mucho más complejo. En el libro encontrarás más detalles, si te interesa el tema. Yo estaría tranquilo con el tema de los alimentos "alcalinizantes" y seguiría los consejos alimentarios que he citado en otras respuestas.

¿Qué recomendaciones puede dar para prevenir el cancer de piel?. Muchas gracias

Principalmente vigilar con el sol. Es la causa de la mayoría de cánceres de piel, aunque es cierto que hay un porcentaje de melanomas que aparece por otras causas que no podemos controlar. Intentar no quemarse, no pasarse de horas en la playa, no usar máquinas de rayos UVA sin la protección adecuada, usar las cremas de la manera que se dice en los envases… Todo esto es esencial.

El cáncer de próstata cogido al principio, confinado sólo a la próstata ¿qué pronóstico tiene?

Muy bueno. En principio, cualquier cáncer que se descubre en fases iniciales y está confinado es muy posible que responda bien al tratamiento. El cáncer de próstata tiene unos porcentajes de supervivencia cercanos al 75%, gracias sobre todo a poder encontrarlos pronto, como en este caso, y a los tratamientos efectivos que hay hoy en día.

Hola , buenas tardes, simplemente una pregunta: sabiendo perfectamente que la prevención del cáncer evita muchas veces el mismo e incluso igualmente la muerte, ¿porqué no se puede ''obligar'' a los gobiernos a efectuar dichas prevenciones? Se ha demostrado en la prevención del cáncer de mama (muy acertadamente) ¿porqué no lo mismo con la próstata, colon y pulmón??? Y visto lo visto no vale la contestación antigua de que es muy caro según estudios americanos. Muchas gracias saludo cordialWolf

Ah, ¡obligar a prevenir el cáncer! Ojalá fuera tan fácil. Hay que contar también con la opinión de la gente, no sólo con el coste. No todo el mundo hace caso de las campañas de prevención que hacen los gobiernos. Por ejemplo, ahora tenemos una vacuna (contra el papiloma) que puede ser que acabe con el cáncer de cuello de útero de una vez para todas y a pesar de eso mucha gente no quiere vacunar a sus hijas (hablamos de una vacuna muy segura y parece que muy eficaz). Creo que hay que combinar estas campañas con información, sino no sirven para nada. Libros como el mío creo que aportan un granito de arena para ayudar en este sentido.

¿Por qué no se usa la protonterapia en España?

Las terapias experimentales antes tienen que ser probadas y su eficacia y seguridad demostradas. Podéis estar seguros que cuando se descubre científicamente que una terapia es útil, en cuestión de meses está disponible en la mayor parte del mundo.

Los suplementos alimenticios y las vitaminas que se compran como la panacea para prevenir el cáncer (entre otras muchas cosas) ¿pueden ser más perjudiciales que beneficiosos?

Beneficiosos es muy poco probable que lo sean. En el libro dedico unas cuantas páginas a explicar porque. Y sí, además en algunos casos pueden ser directamente perjudiciales. Lo más importante es no tomar nada sin haberlo consultado antes con tu médico.

Despedida


Muchas gracias a todos por vuestras preguntas, todas ellas muy interesantes. Espero haber podido aclarar algunas dudas. Es importante que hagamos este tipo de preguntas y que busquemos información en sitios fiables, porque está en nuestras manos que el cáncer se pueda controlar cada vez más. En mi libro encontraréis un montón de información, muy actualizada y explicada lo más llanamente posible, pero no es la única fuente. Al final del libro hay una lista de páginas web y asociaciones de confianza que os pueden ayudar también, tanto a los que tenéis cáncer, como a los familiares, como a los que queréis saber qué hacer para evitarlo. Y además tenéis mi blog (http://inmortalesyperfectos.blogspot.com) y twitter (@drmacip) para lo que haga falta. ¡Hasta pronto!

martes, 19 de marzo de 2013

Hoy a las 13.30: encuentro digital

Si queréis preguntarme algo sobre el cáncer (o cualquier otra cosa), aprovechad el encuentro digital que haremos hoy a las 13:30 en El Economista (haced click aquí).

miércoles, 27 de febrero de 2013

La genética de la corrupción

Un amigo mío trabajaba en uno de esos bancos que actualmente tienen problemas. Me decía hace poco que le costaba trabajo asumir que los directivos con los que hablaba regularmente fueran responsables de los tejemanejes que ahora son de dominio público. Solemos pensar que la corrupción es un mal extendido por otras esferas, que los culpables no son como nosotros. El estafador es alguien poderoso, rico e inmune a las leyes que nos gobiernan al resto, una especie de actualización de las élites intocables, no una persona que podría ser tu vecino. Pero ¿es realmente un mal de pocos o es el hombre corrupto por naturaleza?

En la mayoría de los experimentos sociológicos, los que se aprovechan de los demás terminan castigados por el grupo. La Teoría de los Juegos, por ejemplo, una disciplina matemática que estudia cómo tomamos decisiones, propone que el altruismo ha aparecido gracias a la selección natural porque proporciona una clara ventaja evolutiva al individuo y a la comunidad. A largo plazo, el egoísmo es malo tanto para tus competidores como para ti mismo, así que los genéticamente generosos habrían prosperado. Siguiendo esta línea, un artículo publicado en la revista Nature el pasado septiembre concluía que instintivamente los hombres tendemos a cooperar. Pero, sorprendentemente, el estudio también demostraba que cuanto más razonamos, más egoístas son nuestras decisiones. ¿Puede ser que la evolución nos haya llevado a ser conscientes del beneficio global (los instintos que llevaríamos escritos en el ADN), pero que la cultura nos esté empujando a procurar primero por nosotros?

Quizá esto es lo que ocurre en entornos en los que el engaño está más extendido de lo que nos gustaría. Un amigo se quejaba el otro día de que uno que se suele manifestar en contra de las injusticias del Gobierno lo estaba presionando para cobrar una factura en negro porque «así todos salimos ganando». Obviamente, este tipo de trampas caseras no se pueden comparar con expolios como el del Palau de la Música. Pero quizá los grandes corruptos lo son sobre todo porque disponen de las posibilidades. Cuanto más tentaciones tenemos, más difícil es resistirlas, aunque esto implique ir contra nuestros principios. Es como cuando nos sorprendemos de la promiscuidad de las estrellas de rock. Si constantemente nos estuvieran ofreciendo mujeres de bandera, deberíamos ver cuántos seguiríamos fieles a nuestras parejas. El honrado podría ser aquel que aún no ha tenido suficientes oportunidades para dejar de serlo.

Esta visión parece que encaja más con algunas culturas del sur de Europa. Por lo menos, la corrupción allí es de proporciones diferentes a la que se ve en el norte. No parecen ser los genes los que lo determinan, pues, sino las tradiciones. Y, con todo, la principal diferencia entre unos y otros no es tanto cómo nos saltamos las normas sino cómo reaccionamos ante los que lo hacen. Nosotros tenemos gente que sigue en su cargo después de que se haya descubierto que presumía de una licenciatura que no había terminado, mientras que en Alemania una ministra debe dimitir porque 60 párrafos de una tesis doctoral de 351 páginas contenían citas que no estaban debidamente atribuidas. Puede que algunos exageren, pero la alternativa -que la población perciba que los delitos de algunos quedan impunes- es lo que realmente conduce a la fractura social. En un momento en el que hay que trabajar unidos más que nunca para salir adelante, la tolerancia cero parece mejor estrategia que la compasión. Pero debe aplicarse a todos los niveles, y empezando por uno mismo. En algunos lugares, los piratas se ven como héroes y aún arrastramos una simpatía histórica por el pícaro que consigue burlar el sistema. No nos damos cuenta de que el sistema somos todos nosotros y de que se puede dinamitar tanto por arriba como por abajo.

Un conocido me contaba que hace un par de décadas fue testigo involuntario, por el trabajo que tenía, de cómo un político local de segunda fila participaba en unos negocios inmobiliarios no del todo claros. Ese personaje ha conseguido hoy en día llegar a la cúspide de su estamento y, de momento, aún no ha sido imputado por ningún delito. Esto podría significar (seamos positivos) que de joven había cedido a la tentación pero que ahora ya no usa su posición para obtener un beneficio suplementario. También habrá gente así. Debemos esperar que no todos aprovecharán cada buena oportunidad que se les aparezca por éticamente dudosa que sea. Debemos confiar en que nosotros tampoco lo haríamos, que los genes podrían más. Me gustaría creer que si algún día se me presentara en casa Judit Mascó en negligé sería capaz de declinar la invitación. Me gustaría creer que no sería el único hombre casado que lo haría. De hecho, me gustaría creer que seríamos mayoría. Si no, querría decir que vivimos en un mundo muy deprimente. 

El Periódico, Opinión, 27/01/13. Versió en català

martes, 29 de enero de 2013

Estereotipos sexuales y discriminación

En mi universidad, formo parte de un comité que tiene como función asegurarse de que no se discrimina a las mujeres. Es un problema importante: a pesar de que tradicionalmente las ciencias biológicas atraen a una mayoría de estudiantes del sexo femenino, cuanto más se sube en la escala laboral más aumenta la proporción de hombres. ¿Por qué? Una causa es el famoso techo de cristal que impide que progresen con las mismas condiciones: todavía hay quien considera que las mujeres no hacen el trabajo igual de bien, el tipo de actitud que mi comité intenta detectar y parar. Pero no es la única explicación. De hecho, puede que estos vestigios de machismo jurásico no sean ni siquiera el motivo principal. 

No hace mucho, uno de los miembros del comité, una mujer con una carrera brillante, me admitió un poco avergonzada que se lo pensaba dos veces a la hora de contratar a una científica en edad fértil. Le había pasado ya en más de una ocasión que la habían dejado en la estacada para dedicarse a hacer de madres a tiempo completo. Es una elección muy loable, no querría insinuar lo contrario, pero para el director de un laboratorio puede ser un desastre logístico y económico considerable que el científico encargado de un proyecto desaparezca a medio camino. Se entiende que quiera velar también por sus intereses. ¿Es posible, pues, que algunas mujeres estén saboteando el futuro profesional de todas las restantes? Es un razonamiento tramposo que pone a la víctima en la silla del culpable, y no creo que sea justo, pero es cierto que la maternidad es uno de los pilares que sostienen la discriminación. Quizá lo que necesitamos es entender por qué tantas mujeres y tan pocos hombres eligen dejar la competitividad para ocuparse de los hijos. Es obvio que llevar todo el peso de una familia no es compatible con trabajos de mucha responsabilidad. Uno de los actos más sexistas de los últimos años ha sido crear el mito de la supermadre para convencer a las mujeres de que podían hacer las dos cosas a la vez sin volverse locas. O al menos uno de la pareja cede parte de sus aspiraciones laborales temporalmente, o la crianza de los hijos se externaliza a terceros, no hay vuelta de hoja. Pero ¿por qué la que se sacrifica suele ser la mujer? ¿Porque tiene más desarrollado el instinto maternal y cree (y creemos) que lo hará mejor que nosotros? ¿Es esto un estereotipo realmente determinado por la biología o es fruto de la presión social?

Durante los primeros años de vida, los roles sexuales todavía no están interiorizados, pero se adivinan ciertas tendencias. Como lo pasa mejor mi hijo de 5 años es saltando, jugando al fútbol y viendo historias de superhéroes en la televisión, como el resto de sus compañeros. La preferencia por actividades más agresivas debe estar determinada, al menos en parte, por las hormonas, porque la presión para adoptar el lugar que le corresponde en la sociedad todavía no es lo suficientemente fuerte. La prueba es que cuando va a jugar a casa de una amiga no tiene ningún problema en pintarse las uñas de rosa y ver películas de hadas.

Pero esto cambiará pronto. El otro día le insistía a su madre en que tenía que comprar una marca concreta de jabón para el lavavajillas. Tardamos un poco en descubrir que su conocimiento sobre el tema venía de una publicidad agresiva que pasan a la hora en que ve los dibujos animados. No me lo vino a decir a mí seguramente porque en el anuncio era una señora la que fregaba, no porque yo en casa rehúya los platos sucios. Este es un ejemplo de cómo perpetuamos subliminalmente el cliché de la mujer como perfecta madre / proveedora, mientras que los hombres debemos servir más para perseguir mamuts. La sociedad refuerza tanto esta división que acabamos tragando la falacia de que tiene un motivo biológico. Pero más allá de la gestación y el parto, el hombre puede hacer el trabajo igual de bien, del mismo modo que ellas pueden coger la lanza y salir a cazar con nosotros.

Quizá son todavía minoría entre sus compañeros, pero hoy en día hay científicas que triunfan espectacularmente. Sin ir más lejos, las dos principales autoridades mundiales en mi campo de estudio son mujeres. Y tenemos el ejemplo de la recientemente fallecida Rita Levi-Montalcini, una neuróloga con premio Nobel. Esto demuestra que pueden llegar a la cima.

Debemos luchar para que las mujeres no tengan trabas especiales, pero también para que se crean que pueden llegar hasta donde se propongan. Subir un hijo es una de las tareas más bonitas que hay, difícil y desagradecida, pero importante como pocas. Hay que ser muy ignorante para despreciar a las personas que quieren consagrar a ella su tiempo. Ahora bien, quien quiera dedicarse debe hacerlo consciente de que es una elección, no la única opción que la sociedad le deja por haber nacido con un sexo determinado.

El Periódico, Opinión, 27/01/13. Versió en català.